Compartimos nuestro paraíso con el mundo. La Mariápolis no es solo un lugar para dormir. Es un pedacito de Necoclí que se queda en el corazón de quién lo visita. La Mariápolis nació del anhelo de abrir una casa frente al mar que no fuera solo un hostal, sino un refugio del alma. Un lugar donde el sonido de las olas acompañe los sueños, donde cada viajero pudiera llegar ligero y partir lleno de memorias.Su esencia vibra en la mezcla de sencillez y arte: música que se cuela en las tardes, aromas de café recién hecho, sonrisas que se vuelven familia y ese encanto de Necoclí que abraza sin prisa. Lo que nos hace únicos es la magia de sentirse en casa estando lejos, el regalo de la naturaleza a un paso de la puerta y la certeza de que aquí todo fluye al ritmo del Caribe. Habitaciones que miran al mar o se arropan con la montaña, pensadas para viajeros solitarios, parejas que suspiran o familias que comparten. Desayunos que despiertan los sentidos, con opciones vegetarianas, veganas y el sabor auténtico de lo casero. Una playa que no es sólo arena, sino escenario de atardeceres dorados y noches llenas de estrellas. Espacios comunes que invitan al encuentro: hamacas que sostienen conversaciones, terrazas que guardan silencios, un lugar cerca al mar donde las conversaciones florecen. Actividades que son más que planes: clases de cocina, clases de baile de BULLERENGUE, ruedas de bullerengue y música de nuestro territorio. Una familia anfitriona que abre los brazos con hospitalidad genuina y convierte cada estancia en una historia para recordar.

Precio desde: $40000.00 COP

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Justo antes de llegar al Hospital San Sebastián de Urabá, en el casco urbano de Necoclí, se encuentra La Primavera, un barrio que ha decidido reinventarse a través del arte. Allí, la Corporación Solo Arte, viene desarrollando una iniciativa cultural y comunitaria: Primaveras de Colores.
Hace más de una década, en el corregimiento de El Totumo (Necoclí), comenzó a germinar una transformación profunda: la Corporación Cultural Totumo Encantado se propuso sembrar arte en medio del territorio, y desde entonces, su cosecha ha sido una comunidad más viva, más conectada y resiliente.
En la vereda La Marimonda, a unos 40 minutos del casco urbano de Necoclí, la naturaleza y la comunidad se han unido para dar vida a una experiencia de turismo comunitario que enamora. Entre bosques frondosos y la ciénaga más grande de la región, los visitantes pueden vivir el privilegio de avistar cinco especies de primates, observar aves migratorias y compartir con la gente que protege este territorio. Un proyecto que no solo abre las puertas a los turistas, sino que fortalece la economía local y fomenta la conservación de los ecosistemas.
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